México y Estados Unidos mantienen una soslayada práctica de proteccionismo en lo referente a su comercio, en especial en lo relativo a los productos derivados del acero. Ninguno lo afirma explícitamente; es más, lo niegan, pero los hechos demuestran lo contrario: dicen “No” al proteccionismo y aplican respectivamente medidas antidumping.
La última perla de este collar de medidas es la que aplicará la Administración Internacional de Comercio de Estados Unidos a varias firmas mexicanas que fabrican tubos, aplicándoles impuestos extraordinarios a sus exportaciones.
Ya a finales del año pasado, dos firmas mexicanas sufrieron estas medidas: Mueller Comercial de México y la empresa del grupo Techint Ternium México. Los gravámenes para ambas fueron los más altos entre los que permite la Ley.
También México hace lo propio con productos de acero procedentes del exterior, en particular China y ahora de Gran Bretaña. Las razones son las mismas que esgrime su vecino del norte, la protección de la industria nacional del acero.
Quizás en el caso de México las medidas tengan más justificación, ya que sus siderúrgicas sufrieron gravemente las consecuencias de la crisis internacional y su recuperación ha sido muy lenta. El ingreso de productos a menor precio que los locales puede dar el golpe de gracia a una industria que se encuentra en situación de fragilidad extrema en la actualidad.
Ambos países se exponen de esta manera a sanciones económicas de la OMC, que ya habilitó algunas medidas para Estados Unidos a causa de ciertas leyes controvertidas que la Organización Mundial de Comercio había objetado desde hacía bastante tiempo.
