México. Las reformas energéticas que México viene aplicando desde hace unos años convirtió al país en un codiciado horizonte offshore, pero la situación no logra extenderse hacia sus refinerías, principalmente por el hecho de que las mismas han quedado atrás en tecnología y modernización.
Según fuentes autorizadas, los esfuerzos de Pemex por atraer un capital de 5.000 millones de dólares (aproximadamente 4.320 millones de euros) para ayudar a la modernización de sus dos mayores refinerías no han dado resultados.
Actualmente, la empresa petrolera estatal se encuentra en la búsqueda de un socio para un proyecto conjunto en su refinería Salina Cruz, ubicada en la costa oeste del país. Además, busca un inversor para completar la construcción de una unidad de coque para el procesamiento de crudo pesado en su refinería Tula, al norte de la capital del país.
Entre las compañías que rechazaron la propuesta de Pemex el año pasado, se encuentran los gigantes estadounidenses Valero Energy Corp y Tesoro Corp.
Desde Pemex, se anunció públicamente que se encuentran en la búsqueda de inversiones en los mercados coreano, japonés y chino. El año pasado, la empresa contrató al Bank of America para la búsqueda de socios potenciales.
Durante años, Pemex priorizó la inversión en proyectos de perforación rentables, descuidando otras áreas. Como resultado, las refinerías construidas hace décadas para procesar el crudo ligero y dulce de las aguas más someras de México, no pueden procesar eficientemente el petróleo pesado de los campos actualmente en producción.
La situación de las refinerías de Pemex podrían ser el mayor reto para José Antonio González Anaya, quien fue contratado como director ejecutivo el año pasado para atraer inversiones a la empresa más importante de México. El gigante del petróleo ha luchado en los últimos años con la caída de la producción, la caída de los precios del petróleo y el aumento de la deuda.
